El fracaso escolar es una realidad en un elevado número de hogares. Según los expertos, casi un 30 por ciento de los niños españoles saca malas notas de forma habitual, porcentaje muy superior a la media europea. El 35 por ciento de los alumnos no supera el segundo curso de ESO y el 48 por ciento no termina el bachillerato. De los alumnos que finalmente llegan a la universidad, uno de cada dos abandona los estudios.
Se entiende por fracaso escolar la incapacidad del niño para alcanzar el rendimiento medio esperado para su edad y nivel pedagógico. Los trastornos del aprendizaje y los trastornos emocionales están detrás de la mayoría de casos de fracaso escolar, y sólo un 2 por ciento de ellos se debe a factores intelectuales.
Es importante detectar el problema en sus inicios y diagnosticar y, en la medida de lo posible, corregir la presencia de condiciones físicas o problemas de salud que puedan inducir en el niño un retraso en el aprendizaje de la lectura, crucial para asimilar de forma de correcta los contenidos educativos que aprenderá en el futuro. Defectos de visión o audición o enfermedades físicas como la diabetes, epilepsia, alteraciones cardiacas y enfermedades genéticas pueden constituir un impedimento para el aprendizaje. También otras características físicas como tartamudez, cojera, obesidad, etc. harán que exista un problema de socialización que puede influir en su rendimiento.
Entre los trastornos de aprendizaje ocupa un lugar importante la dislexia, que afecta a niños con un nivel mental normal o superior que sin embargo no son capaces de aprender a leer. Estos niños leen despacio y con dificultad, confunden letras parecidas, invierten sílabas, cometen frecuentes omisiones (ignoran letras o palabras) y tienen dificultades con la ortografía. Con cierta frecuencia los niños disléxicos han tardado mucho tiempo en aprender a hablar y andar.
Un 30-50 por ciento de los casos de fracaso escolar se deben a factores emocionales. Depresión, baja autoestima, trastornos de ansiedad y, menos frecuentemente, neurosis o psicosis tienen una clara incidencia sobre el rendimiento escolar. Como siempre, el papel de la familia es vital para mantener la estabilidad emocional del niño. Circunstancias familiares como el fallecimiento de uno de los progenitores o de otro ser querido, el nacimiento de un nuevo hermano, la separación de los padres o un nuevo matrimonio afectan al desarrollo emocional del niño. También influye el estilo educativo de los padres: tanto la severidad excesiva como demasiados mimos le crean una fuerte inseguridad.
Pese a que los factores intelectuales explican un porcentaje muy bajo de fracaso escolar, hay que evaluarlos con atención. Esto se realiza mediante la aplicación de pruebas que calculan el cociente intelectual. A medida que el coeficiente desciende con respecto a la media (100), en particular cuando se sitúa por debajo de 85, van aumentando las dificultades. Estos niños pasan de un curso a otro sin haber asimilado lo anterior y finalmente su inmadurez mental les hace fracasar. Cuando el cociente intelectual se sitúa por encima de 130 hablamos de niños superdotados que, paradójicamente, también sufren fracaso escolar. Las escalas del desarrollo, comentadas en otra sección de la web, evalúan en qué lugar de la secuencia global del desarrollo de la inteligencia se sitúa el niño.
Finalmente, una causa importante es el Trastorno por Déficit de Atención-Hiperactividad (TDAH), ampliamente comentado en otra sección de esta web.
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