Anemia ferropénica

Anemia ferropénica

¿Qué es la anemia ferropénica?

La anemia por deficiencia de hierro o anemia ferropénica se debe a la falta de hierro suficiente para la síntesis de hemoglobina. Es la enfermedad hematológica más frecuente durante la lactancia y la niñez.

Su frecuencia se debe a ciertos aspectos básicos del metabolismo del hierro y de la nutrición. El cuerpo del recién nacido contiene unos 0,5 miligramos de hierro, mientras que en el adulto esa cantidad es de 5 miligramos. Para alcanzar esta segunda cifra, el organismo tiene que absorber 0,8 miligramos de hierro al día durante los 15 primeros años de vida. A ello se añade otra pequeña cantidad de ese metal necesaria para compensar las pérdidas de hierro que produce la descamación celular, con lo que las necesidades diarias llegan a un miligramo.

El hierro se metaboliza en el intestino delgado. Pero dado que normalmente sólo se absorbe el 10 por ciento del hierro de los alimentos, es necesario que la dieta contenga 8-10 miligramos del metal para que la nutrición sea idónea. El hierro de la leche materna se absorbe de 2 a 3 veces más fácilmente que el de la leche de vaca. Por tanto, los bebés alimentados al pecho necesitan menos hierro procedente de otros alimentos.

Causas más habituales de la anemia ferropénica

Las causas de la anemia ferropénica en niños son diversas. Las hemorragias perinatales importantes y un bajo peso al nacer se acompañan de una menor masa de hemoglobina y de bajos depósitos de hierro. Estos bebés agotan sus reservas de hierro enseguida y el metal procedente de la dieta se hace primordial.

En todos los casos de anemia ferropénica en niños hay que buscar siempre pérdidas de sangre, especialmente en los niños mayores. Las hemorragias ocultas pueden producirse en el tubo digestivo (úlcera péptica, divertículo de Meckel, pólipos, diarrea crónica o hemangiomas, enfermedad celíaca) y en los pulmones (hemosiderosis).

Entre las causas ambientales destacan en primer plano los entrenamientos físicos intensivos, que pueden causar agotamiento del hierro en las chicas, especialmente en edad puberal, ya que hay que sumar las pérdidas mensuales en la menstruación y, con menor frecuencia, en los chicos.

Síntomas

El síntoma característico de la anemia ferropénica es la palidez de la piel y las mucosas, especialmente la del interior de los ojos (esclerótica). Si el déficit de hierro es leve o moderado (hemoglobina de 8-10 g/dL) los mecanismos compensadores pueden ser tan eficaces que apenas se observen síntomas de anemia, más allá de una cierta irritabilidad. A veces los niños tienen deseos de comer sustancias extrañas, como hielo o tierra (pagofagia).

Cuando la hemoglobina desciende por debajo de 6-8 g/dL puede aparecer irritabilidad, pérdida de apetito, taquicardia y, en ocasiones, auscultarse soplos sistólicos en el corazón. A veces el bazo aumenta de tamaño. Todos estos cambios desaparecen rápidamente al reponer el hierro en cantidad suficiente.

Los niños con anemia ferropénica pueden ser obesos y en cambio mostrar signos de desnutrición. El déficit de hierro puede tener consecuencias sobre la función neurológica e intelectual. En niños y adolescentes se ven afectadas la atención, la lucidez y la capacidad de aprendizaje.

¿Cómo se diagnostica?

La anemia ferropénica se diagnostica mediante un sencillo análisis de sangre. El pediatra explora al niño y detecta con facilidad la palidez de piel y mucosas. El análisis de sangre revela la cantidad de hierro que circula en la sangre y los distintos parámetros permiten diferenciar la anemia debida a déficit de hierro de otras anemias.

Tratamiento

La anemia ferropénica mejora notablemente con la administración de hierro en cuantía suficiente. A las 12-24 horas de haber iniciado el tratamiento se produce un alivio subjetivo de los síntomas, con una disminución de la irritabilidad y un aumento del apetito. La administración por vía oral de sales ferrosas simples es una medida eficaz y barata. En los niños es rara la intolerancia al hierro oral.

Mientras se sigue el tratamiento con hierro, los padres deben ser informados sobre la dieta del paciente. El consumo de leche debe reducirse, ya que la leche impide la absorción del hierro. Los lactantes deben tomar cereales enriquecidos con hierro y los niños más mayores deben comer carne en cantidad suficiente.

Las transfusiones de sangre solamente están indicadas cuando la anemia es muy grave (hemoglobina inferior a 4 g/dL) o cuando hay una infección sobreañadida que dificulta la respuesta del organismo.

 

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