Enfermedad celíaca

Enfermedad celíaca

¿Qué es la enfermedad celíaca?

La enfermedad celíaca se produce como consecuencia de la intolerancia al gluten, concretamente a la gliadina, una proteína presente en las harinas de cebada, centeno, avena, trigo y triticale. Ello produce una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado, lo que dificulta la absorción de los nutrientes durante el proceso digestivo.

Es un trastorno de carácter permanente que, en general, puede aparecer durante los primeros años de vida. En otras ocasiones, dependiendo de diversos factores, no se manifiesta hasta la edad adulta.

¿Cómo se manifiesta la enfermedad celíaca?

La enfermedad celíaca suele iniciarse en el segundo o tercer año de vida, aunque en ocasiones aparece a los pocos meses de haber introducido el gluten en la dieta.

Aparece en niños genéticamente predispuestos, una vez que se inicia el consumo de gluten (6-8 primeros meses). Durante los primeros años de vida la enfermedad produce básicamente síntomas intestinales y, en ocasiones, retraso del crecimiento. Estos síntomas de alarma que nos deben hacer pensar en el diagnóstico si son persistentes, consisten en diarreas, vómitos, irritabilidad, falta de apetito, pérdida de peso y retraso en el crecimiento. Las heces son en ocasiones muy voluminosas y pálidas, aunque no necesariamente numerosas. Podría llegar a producirse deshidratación por la pérdida continuada de líquidos, aunque no es frecuente.

Si la enfermedad evoluciona sin tratamiento, lo que no suele suceder en nuestro medio, ya que el médico del niño suele sospechar la enfermedad, pueden aparecer formas graves, las llamadas crisis celíacas, con presencia de hemorragias, tetania y edemas (retención de líquidos).

En niños mayores la enfermedad se presenta a veces en forma de estreñimiento, asociado o no a dolor abdominal de tipo cólico, y puede aparecer también anemia por falta de hierro al no absorberse éste bien en el intestino. En ocasiones la enfermedad se asocia a otras patologías, algunas de base inmunológica como la dermatitis herpetiforme (considerada como la enfermedad celíaca de la piel), hepatitis o diabetes.

Tratamiento

No existe un tratamiento farmacológico para la enfermedad celíaca. El único tratamiento posible es seguir una dieta estricta sin gluten de por vida. Esto no curará la enfermedad pero sí permitirá controlarla, lo que significa que los síntomas desaparecerán y se prevendrá la aparición de complicaciones a corto, medio o largo plazo.

Los alimentos que contienen gluten son:

  • pan y harinas de trigo, cebada, centeno y avena.
  • bollos, pasta italiana, pasta de sopa, galletas, bizochos, magdalenas y pastelería en general.
  • sémola de trigo.
  • productos manufacturados en cuya composición entren las harinas citadas y, en general, cualquier alimento preparado o manufacturado si el comerciante no especifica que no contiene gluten.
  • leche malteada, chocolate.
  • infusiones y bebidas preparadas con cereales

Cabe añadir que es muy importante no suprimir el gluten de la dieta sin haber realizado previamente la biopsia intestinal, única prueba que con seguridad nos dará la certeza diagnóstica. Por otro lado, los suplementos de hierro no suelen ser necesarios excepto en casos de desnutricion severa.

¿Quién puede sufrirla?

La enfermedad celíaca afecta a un promedio aproximado de 1 por cada 1.000 recién nacidos. Es hereditaria (genética), aunque no siempre se encuentran antecedentes familiares. Esto significa que en una familia puede haber un único caso diagnosticado, aunque la probabilidad de que otros familiares estén afectados es mayor que en una familia en la que no hay ningún caso.

Los principales factores de riesgo que contribuyen a su aparición son la ausencia de lactancia materna, la ingestión de grandes cantidades de gluten o la introducción temprana de este cereal en la alimentación del bebé.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?

En Medicina siempre debemos seguir una misma sistemática para realizar el diagnóstico. Así, en primer lugar, tendremos una sospecha clínica: los síntomas del niño nos harán pensar en la enfermedad. Cabe decir que ante la enfermedad celíaca, dado que tiene una frecuencia no despreciable, debemos tener un alto índice de sospecha. Esto quiere decir que ante niños con diarreas persistentes u otros síntomas sospechosos deberemos pensar en la enfermedad y solicitar pruebas complementarias para valorar si un niño presenta una celiaquía o no.

La primera prueba complementaria a realizar es un análisis de sangre: con él, podremos sospechar la enfermedad celíaca si detectamos una anemia por falta de hierro, o tendremos un diagnóstico casi de certeza si en el análisis observamos la elevación de anticuerpos más o menos específicos de la enfermedad (anticuerpos antigliadina, antireticulina, antiendomisio o antitransglutaminasa).

Sin embargo, la certeza definitiva sólo se obtendrá mediante la realización de biopsias intestinales. Una biopsia intestinal consiste en obtener una muestra de la mucosa del intestino delgado; se realiza sin anestesia, pero puede ser conveniente administrar un tranquilizante al niño. No es una prueba dolorosa, pero sí puede en ocasiones ser levemente molesta porque el niño debe tragarse una cápsula conectada a una sonda que debe llegar a intestino, donde obtendremos las muestras de mucosa intestinal para su estudio al microscopio, y esto puede provocarle náuseas en el momento de tragar la cápsula.

Habitualmente se realizan tres biopsias intestinales. La primera, cuando el niño va por primera vez al médico con síntomas sospechosos de la enfermedad. La segunda, al cabo de un tiempo de realizar una dieta sin gluten para comprobar que se han normalizado las vellosidades intestinales. Si es así, a partir de una determinada edad se hace una prueba, que consiste en reintroducir el gluten en la alimentación del niño, y se realiza al cabo de un tiempo una tercera biopsia para comprobar si reaparece la enfermedad (prueba de provocación). No todos los especialistas en Gastroenterología Infantil siguen este protocolo, aunque es el que se considera imprescindible para el diagnóstico.

La secuencia completa de biopsias intestinales es larga y molesta, pero ofrece las mejores garantías diagnósticas. Algunos expertos en enfermedad celíaca no consideran necesaria la tercera biopsia. En este caso, aconsejamos a los padres que se dejen guiar por el criterio de su pediatra y el especialista en Gastroenterología Infantil.

Pronóstico

Tras excluir el gluten de la dieta de forma completa algunos niños mejoran rápidamente, aunque en ocasiones la recuperación no se produce de forma inmediata. Así, los niños pueden llegar a tardar incluso un año en normalizar sus síntomas, y este periodo puede ser de dos años en adultos, tiempo durante el cual se va normalizando la mucosa del intestino.

Es muy importante realizar un diagnóstico precoz de la enfermedad para evitar que en la edad adulta se produzcan complicaciones. Está demostrado que la enfermedad celíaca mal controlada puede tener una frecuencia aumentada de complicaciones. Si el seguimiento dietético es estricto, se sabe que al cabo de 10 años de dieta libre de gluten el riesgo de que aparezcan enfermedades neoplásicas (fundamentalmente linfomas) o autoinmunes desciende y es de nuevo similar al de la población general.

 

 

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