¿Qué es el soplo inocente o funcional?
El soplo inocente o funcional es un ruido que se escucha al auscultar el corazón del niño y que no tiene repercusión patológica. No es una enfermedad, si no un fenómeno físico: un sonido que se produce al salir la sangre del corazón hacia el sistema arterial.
El soplo inocente o funcional sí tiene una característica negativa: produce, en ocasiones, gran ansiedad a la familia del niño, que relaciona un "soplo" con una enfermedad grave, o un riesgo de muerte súbita. Por ello, debemos ser especialmente cuidadosos en la información que damos a los padres del niño, para conseguir que entiendan la naturaleza del "problema".
¿A qué edad suele aparecer?
Este tipo de soplo no suele detectarse en recién nacidos, sino en niños de entre 2 y 6 años de edad. A la auscultación presenta una serie de aspectos que hacen que un médico con experiencia pueda diagnosticarlo con bastante seguridad.
En primer lugar, tiene una cierta cualidad musical: se escucha como si fuera un sonido. Se suele localizar en la parte central del corazón y habitualmente su intensidad es moderada.
Su característica principal es que cuando exploramos al niño no encontramos ningún signo de insuficiencia cardiaca. No hay taquicardia, edemas o dilatación de las venas ("ingurgitación"). La función cardiaca es normal y el niño puede jugar durante horas sin cansarse ni presentar signos de fatiga ni ponerse azul.
Es frecuente que el soplo funcional se ausculte en determinadas circunstancias y en otras, no. Ocurre en ocasiones que un niño acude a urgencias con fiebre elevada, o también en casos de deshidratación (lo más frecuente, debido a una gastroenteritis). Estos procesos producen una cierta taquicardia, el corazón late más rápido y con ello se pueden auscultar soplos que en situación de reposo no se oyen.
¿Con qué frecuencia se diagnostica?
Las estadísticas varían en los diferentes trabajos que se pueden consultar en la literatura médica, pero se considera que entre un 10 a un 40 por ciento de los niños puede presentar un soplo funcional en algún momento de su vida. Ello da idea de lo frecuente que son estos soplos.
Como hemos comentado, es frecuente que se diagnostique en un niño que NO es un recién nacido, sino que ya tiene una cierta edad, y que ha sido visto en múltiples ocasiones por su pediatra, en los servicios de Urgencias, etc sin que nunca se le haya detectado un soplo, y que, de repente, coincidiendo con un cuadro febril o una deshidratación se ausculta un soplo.
Diagnóstico del soplo inocente
En manos de un médico con experiencia, el soplo inocente o funcional puede diagnosticarse con un porcentaje de seguridad superior al 90 por ciento mediante la historia clínica y la exploración física. El médico preguntará a los padres por los antecedentes del niño y a la auscultación podrá determinar con bastante seguridad que se trata de un soplo que no representa ninguna enfermedad o patología del corazón.
Cuando aparece un soplo funcional, la tendencia actual es a realizar un pequeño estudio que generalmente incluye un electrocardiograma y la determinación de la tensión arterial. Si es necesario, un cardiólogo infantil realizará una ecografía cardiaca o ecocardiograma. Esta prueba permite al especialista observar las estructuras del corazón (tabiques, válvulas, etc.) y confirmar su buen estado. Esto nos dará la certeza de que se trata de un soplo inocente o funcional, es decir, que no hay ninguna enfermedad cardiaca.
Tratamiento del soplo inocente
Una vez que llegamos a la conclusión de que estamos ante un soplo inocente o funcional, hay que insistir en que éste no requiere ningún tratamiento. El niño debe hacer vida normal. No se debe restringir su actividad física ni entrar en un círculo vicioso de sobreprotección. Advertirle repetidas veces que no corra, evite subir escaleras, no coja peso o no se canse resulta muy traumatizante para él, y puede afectar a su normal desarrollo.
Cuando tenemos delante a un niño en el que sospechamos un soplo inocente o funcional y observamos una gran ansiedad familiar, aconsejamos a los padres que visiten a un cardiólogo infantil para que certifique con certeza que el paciente no tiene problemas de corazón, habitualmente mediante la realización de un electrocardiograma (ECG) y quizá, una ecocardiografía. De esta forma, la familia se convence de que debe dejar al niño tranquilo, y éste tiene la percepción de ser un niño "normal". Debemos evitar que el niño se sienta "diferente" o "no normal", ya que es muy negativo que el niño llegue a tener dicha percepción.
Imagen via Shutterstock